Cuento de vodkita{}

0 comentarios

En la orilla de un pequeño río, había un pequeño cesto cerrado con candado, al costado de unas grandes rocas. Una mujer, que pasaba caminando por allí todos los días, cuando se dirigía a la casa de su madre, lo miraba con curiosidad
Un día se decidió a dejar la intriga de lado y se acercó a aquél extraño canasto, que siempre estaba allí, con el candado sellandolo.
Agarró el canasto y lo llevó a su casa. Intentó abrirlo a fuerza de herramientas, y no hubo caso. El candado no cedía.
Luego de cansarse y darse por vencida, llevó el canasto, y lo dejó en el mismo lugar donde lo había encontrado.
Al otro día, pasando por allí como era normal en su rutina, notó que había un hombre desnudo al costado del canasto.
Muy sorprendida y extrañada, la mujer se acercó a él.
-Qué hacés así, sin ropa, donde cualquiera puede verte? - Le preguntó
 El hombre levantó la mirada, y con una profunda angustia le contestó: un día, una mujer como usted, se llevó este canasto que he dejado aquí, que me pertenece. Grandes fueron mis esperanzas de que ella no desistiera en su afan de abrirlo, pero al igual que usted hizo, al otro día lo devolvió, con su candado intacto.
El hombre, siguió diciendo: Creo que mis espectativas fueron muy altas, y tal vez, deba resignarme a que ninguna mujer está dispuesta a hacer el esfuerzo de violar la cerradura del candado, para ver qué hay adentro.
La mujer se tomó un momento para pensar, y preguntó: Acaso tú tienes la llave que abre el candado que cierra el canasto?
El hombre asintió con la cabeza.
La mujer dijo al hombre: Grande es mi aflicción por no haber podido romper el candado, ni abrirlo. Enorme es mi curiosidad por saber qué hay dentro... por lo tanto, si tú tienes la llave, y me dejas ver qué hay dentro, te prometo una gran recompensa.
El hombre miró directamente a los ojos a esa mujer, cuya voz era tan suave que parecía música, cuya mirada lo intimidaba y lo hacía ceder ante su decisión de jamás abrir el candado voluntariamente.
El hombre levantó una de las piedras que rodeaba el canasto, y sacó de allí una pequeña llave.
Antes de entregarsela, le dijo: el entusiasmo porque usted abra ese canasto y entienda, y comprenda lo que lleva dentro, me invade ciertamente. Pero no puedo evitar sentir miedo, y algo de angustia, ante la posibilidad de que, al ver su contenido, me de la espalda y, quién sabe, hasta cambie este camino que fue suyo todos los días desde que la ví por primera vez, solo para evitarme.
La mujer miró con ternura al hombre, al verno desnudo, vulnerable, temeroso, ansioso... y contestó: ciertamente te prometo, que si no logro comprender el contenido del canasto, o el mensaje que haya en su interior, dejaré que tú me enseñes y me guíes.- Al terminar de decir esto, la mujer estiró su mano, esperando, ilusionada con que aquél hombre le entregara la llave
El hombre se puso de rodillas, estiró la mano hacia arriba, y le entregó la llave.
La mujer, preguntandose e intentando imaginar qué había allí dentro, abrió el canasto, y miró dentro.
En una pequeña almohadilla roja, había un collar. Junto al collar, había una correa. La mujer quedó perpleja unos segundos... y comprendió. Tomó el collar y también la correa. Colocó el collar al hombre desnudo, y le dijo: tengo mucho que aprender para poder guiarte, por esa razón guardaré la correa conmigo.
Cuando hayamos superado esta prueba juntos, y haya aprendido de tí las, seguramente, muchas lecciones que me enseñarás, colocaré la correa, y seré yo quien te guie.


by asiri{}


Gracias sobrina linda por permitir publicar tu cuento Muaks TKM

[...]