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El desfile en Perú

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Fetichismo, parte I

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Extractado y ampliado de "Sexualidad en la pareja" (Sapetti - Rosenzvaig, Editorial Galerna, 1987)
"gwendoline", J. Willie, 1946“Procúrame un pañuelo de su seno,
una liga para el amor que siento”

Goethe (Fausto)

  • Fito, 28 años: ¿Cuáles son las causas del fetichismo?
  • Patricia, 23 años: ¿Existe el fetichismo en las mujeres?
  • Darío, 19 años: ¿Entre los animales existe el fetichismo?
  • Lucio, 30 años: ¿Excitarse con una bombacha es una conducta enferma?
Este término deriva de Fetiche (del portugués fetiço: hechizo) que alude a un ídolo u objeto de culto, de ciertos pueblos primitivos. A este objeto, al fetiche, se le atribuían propiedades mágicas derivadas de un dios o de determinada persona. En el área sexual el fetiche es algo que se necesita de la compañera (esta es una parafilia conocida en varones) para alcanzar el goce sexual y nos habla de la vinculación erótica con un objeto inanimado o una parte del ser amado: bombachas, medias, ligas, pieles, los pies, mechones de cabello, zapatos.
Las parafilias –también llamadas por algunos desviaciones o variaciones– son definidas por el hecho de que la imaginación o los actos inusuales o extravagantes son necesarios para conseguir la excitación sexual, siendo en muchos casos el modo preferido o excluyente.
Algo de fetichistas tenemos todos cuando nos gustan las mujeres rubias o las de piernas torneadas y con mirada lánguida, o las morochas bajitas con aire de femme fatale; o las mujeres que usan botas de cuero o zapatos con taco aguja, o con portaligas o con determinado corpiño, y a todas esas características les atribuimos la posibilidad del placer. Esto tiene que ver con una cultura que parcializa el cuerpo femenino, confundiendo la parte con el todo (pars pro toto): si tiene mejores nalgas será más ardiente, si posee senos prominentes nos deparará, seguro, mayor felicidad en el lecho (“La belleza es una promesa de felicidad”, afirmaba Stendhal).
K. Marx, en otro orden de cosas, sostenía que uno de los mayores fetiches era el dinero.
Los varones han sucumbido fácilmente a estos valores ilusorios que, por otra parte, cambian según las modas y costumbres imperantes. Otra vez la mujer es mostrada como una muñequita de lujo y no como una persona íntegra con igual dosis de sensibilidad, talento e inteligencia. Pero, en un sentido estricto, el fetichista necesita exclusivamente de una determinada condición u objeto para gozar del sexo, a veces acompañado por una mujer y otras a solas con prácticas masturbatorias.
Bien dice A. Confort que “no es lo mismo excitarse con un zapato que con una mujer en zapatos”.
Como decíamos antes el fetichista suele buscar un objeto de la mujer o varón deseados (ropa, mechón de cabellos, una joya, una pantufla) y por ese excluyente intermedio halla un placer solitario. Otras busca una pareja con una característica determinada para satisfacerse, por ejemplo que sea excesivamente gorda o con rasgos masculinos (o femeninos, según la preferencia sexual), incluso con defectos físicos, o la hace vestir con determinadas prendas. De no ser así no logra satisfacerse ni llegar al orgasmo, y esto es lo que le da un rasgo esencial al fetichismo: la necesidad imprescindible de ese rasgo u objeto, llevado al punto de una obsesión, para la meta sexual.
Freud nos habla en estos casos de "una sustitución inapropiada del objeto sexual donde la meta normal está reemplazada por algo que guarda relación con ella. El sustituto es, en general, una parte del cuerpo habitualmente poco apropiada a un fin sexual (los cabellos, el pie) o un objeto que mantiene una relación demostrable con la persona, preferiblemente con la sexualidad de ésta (prenda de vestir)". "No sin acierto", nos sigue diciendo Freud, "se ha comparado este sustituto con el fetiche en que el salvaje ve encarnado a su dios". Lo que se podrán preguntar los lectores es por qué se elige cierto objeto y no otro, y el psicoanálisis lo remite a una impresión sexual de la primera infancia: "siempre se vuelve a los primeros amores", nos recuerda Freud. El objeto sería así un recuerdo encubridor que nos oculta el verdadero deseo del fetichista. Aquí el psicoanálisis nos refiere una cierta simbología, que se podrá o no compartir, cuando por ejemplo nos equipara el pie como símbolo sexual arcaico, fálico, cosa que se ve en los mitos y en las estatuas que representan a dioses unipedes (con un pie) relacionados con el culto de la fertilidad; a las pieles o cabellos que deberían su cualidad de fetiche por asociación con la formación pilosa del monte de Venus; los zapatos y pantuflas como símbolos de los genitales femeninos.
Para el padre del psicoanálisis la preferencia fetichista por un pie se deriva de la sexualidad infantil: el pie reemplazaría al pene que la mujer no posee, y nos agrega que en muchos casos podía demostrarse que la necesidad imperiosa de ver los genitales de la madre, mirados desde abajo, quedó detenida en su camino por un mecanismo represivo y por eso retiene como fetiches al pie o a un zapato o la bombacha y en este proceso los genitales femeninos se imaginaron, de acuerdo con las expectativas del niño, como iguales a los que él posee. Aquí Freud hace intervenir la angustia de castración del varón, temática bastante compleja dentro del psicoanálisis, pero que resumiéndola de una manera simple nos dice que el objeto elegido como fetiche es un sustituto del pene (falo) de la madre en el que el varoncito ha creído y no quiere renunciar puesto que si la mujer, su madre, está castrada, su propia posesión del pene corre peligro. De esta manera, recuperando una y otra vez el fetiche, niega su ansiedad de castración.
Bastante razón tenía Freud cuando sostiene que "probablemente a ninguna persona del sexo masculino le es ahorrado el terror a la castración al ver los genitales femeninos".
Para muchos las teorías freudianas sobre la castración no tienen sustento y las descartan, sin embargo creemos que es algo que tiene un peso importante en la formación psicosexual del ser humano.

Dr. Adrián Sapetti
Autor de “El sexo y el varón de hoy” (Editorial Emecé)
Centro Médico Sexológico
TE: 4552-0389 / 4555-6865
Bs. As., Argentina

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Ropa y señales de código

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Ropa y señales de código

Por ropa de código suele entenderse en la escena BDSM aquella con la que a la mayor parte de sus activistas les gusta identificarse. En determinadas fiestas y reuniones puede pedirse a los asistentes que vengan vestidos de esa manera (código estricto), aconsejarse el vestuario de código o indicarse que la asistencia no obliga al código (código libre).

El tipo de ropa suele estar basado, para ellas, en el látex, el cuero y el vinilo, como elementos básicos, y suele incluir a menudo elementos de connotaciones abiertamente fetichistas: corsé, medias de rejilla y ligueros, botas o zapatos de tacón alto, bustiers, etc. Adornos como collares y medallones, no son infrecuentes. Para ellos, suele diferenciarse mucho si se trata de la escena heterosexual o de la escena homo-S/M. En el primer caso, pantalones y camisas negras u obscuras, pudiendo ser de seda o cuero, aunque no es lo habitual. En el segundo caso, los materiales son prácticamente los mismos que los de ellas: cuero, látex y vinilo. La escena heterosexual es mucho más permisiva y abierta, en cuanto a los códigos de vestuario, mientras que en los ambientes homo-S/M se suele dar una mayor importancia al mismo.

Existen una serie de señales relacionadas con la vestimenta, generalmente basadas en la situación específica del BDSM en la escena angloestadounidense, y fundamentalmente en la necesidad de saber rápidamente si la otra persona comparte afición o no. Esta situación se debe en gran medida a la imposibilidad de interactuar con normalidad en público, como sucede en la Europa continental, y más exactamente en España, Alemania, Francia, etc. En la escena angloestadounidense sucede frecuentemente que en los locales afamados del mundillo BDSM, se reúnen en un fin de semana varios cientos de personas, en su mayor parte absolutamente desconocidas entre sí. Las posibilidades de interacción son muy limitadas: cualquier situación de sexo explícito, especialmente de tipo S/M, y especialmente si en el local se consume alcohol, es un riesgo de tipo penal. Queda por tanto la escenificación, los ropajes atrevidos y los códigos de color en el vestuario.

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Fetiches sexuales?

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Ejemplos de fetichismos sexuales

* Excitación por los pies.
* Excitación por las axilas.
* Excitación por las costillas o el tórax.
* Excitación por personas practicando el contorsionismo.
* Excitación por el color negro.
* Excitación por los tacones de aguja.
* Excitación por la ropa de cuero.
* Excitación por la ropa formal.
* Excitación por las botas y calzado de mujer.
* Excitación por los guantes o delantales, capas etc.
* Excitación por la ropa interior.
* Excitación por las pantimedias.
* Excitación por las mujeres que se descalzan en sitios públicos, también conocido como shoeplay.
* Excitación por usar chalecos de diversas texturas
* Excitación por la menstruación, y objetos relacionados con esta (Menstruofilia)
* Excitación por la orina
* Excitación por las heces
* Excitación por el papel higiénico
* Excitación por los pies femeninos y masculinos
* Excitación por las manos femeninas y masculinas
* Excitación por la música (Melolagnia)
* Excitación por la sangre o la violencia
* Excitación por las cosquillas
* Excitación por las esposas o grilletes
* Excitación por los excrementos humanos (coprofilia)
* Excitación por la gente fumadora (capnolagnia)
* Excitación por el cuello femenino (traquea tragando o moviendose)
* Excitación por los latidos de las carótidas del cuello femenino
* Excitación por las mujeres en estado de ebriedad

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Fetichismo?

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Fetichismo es la devoción hacia los objetos materiales, a los que se ha denominado fetiches. El fetichismo es una forma de creencia o práctica religiosa en la cual se considera que ciertos objetos poseen poderes mágicos o sobrenaturales y que protegen al portador o a las personas de las fuerzas naturales. Los amuletos también son considerados fetiches.


Fetichismo sexual


El fetichismo (del latín, facticius, «artificial», y portugués feitiço, «magia», «manía»; del francés fétiche), es una parafilia que consiste en la excitación erótica o la facilitación y el logro del orgasmo a través de un talismán u objeto fetiche, sustancia o parte del cuerpo en particular. El fetichismo sexual se considera una práctica inofensiva salvo en el caso de que provoque malestar clínicamente significativo o problemas a la persona que lo padece o a terceros pudiendo en este caso llegar a considerarse un trastorno patológico propiamente dicho.

Los aparatos expresamente fabricados con el objetivo de la estimulación o para el juego sexual no se consideran fetiches.

El DSM IV lo clasifica como enfermedad siempre y cuando sea una conducta recurrente durante al menos seis meses, necesaria para la excitación sexual y que afecte la vida social o laboral del sujeto. En el caso de que esta no afecte la vida social o laboral del paciente, se considera simplemente como una manifestación de su sexualidad.

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